La violencia política en el Perú
durante la década de los años 90
En la época de la lucha antiterrorista durante el
gobierno de Alberto Fujimori, existió violencia política de parte de las
fuerzas del orden, las cuales eran controladas por Vladimiro Montesinos, quien
también era el jefe del servicio de inteligencia (GEIN), tal como lo señala
Vargas Llosa en el capítulo VII de su obra “Cinco Esquinas”:
“Sobre el terrorismo, se extendió
justificando su política de «mano dura» con un ejemplo que puso los pelos de
punta a algunos de los presentes: «No importa que mueran veinte mil, entre
ellos quince mil inocentes, si matamos a cinco mil terroristas»” (Vargas Llosa,
2016, p. 43).
En
esa misma línea, un estudio explica que “el estado peruano adoptó una política
de asesinato colectivo de aquellos sospechosos de ser senderistas, se
vulneraron los derechos humanos de un grupo importante de la población, a
quienes se los encarceló por sospechas de pertenecer a grupos armados.” (Palma,
2019, p. 361), siendo esta una clara descripción de la política adoptada por
las fuerzas del orden, las cuales, como se menciona en la obra Cinco Esquinas,
estaban comandadas por Vladimiro Montesinos, “el Doctor”. Al respecto, se puede enfatizar que, dentro de todos
los accionares políticos descritos en la obra Cinco esquinas, se menciona uno
que no pasa desapercibido y que hace clara referencia a la violencia política
que existió en el gobierno de Fujimori. En ese sentido, se debe diferenciar la
política de “mano dura” adoptada por un gobierno en su lucha contra el
terrorismo con la violencia política que puede llegar a generar este tipo de
medidas adoptadas si no son fiscalizadas correctamente, y esto fue lo que
sucedió durante la lucha antiterrorista en el Perú, especialmente en los años
90, por lo cual, se debe tener en consideración que atentar contra la población
inocente, de alguna manera también genera el terror en esta, lo cual se puede
tomar como terrorismo de estado
(entiéndase terrorismo como actos que generan temor, terror, violencia). Así
también, una implementación correcta de la lucha antiterroristas en cualquier
estado debe ir en la misma línea con adoptar una política de “mano dura” en
contra de estos actos despreciables, siempre y cuando se centren especialmente
es respetar los derechos humanos de las personas inocentes.
Cabe mencionar que, la lucha
antiterrorista en el Perú supuso un antes y después en la historia del país,
por todo lo positivo que se consiguió y también por las cosas negativas que
dejó. Por lo cual, si hacemos un balance entre si fue un acierto o desacierto,
se concluye que, la decisión hubiera sido acertada si esta política adoptada
por el gobierno, de actuar con mano dura en la lucha antiterrorista, hubiera
tenido al frente una o varias cabezas que controlaran y fiscalizaran los actos
de las fuerzas armadas, de esta manera, se hubiera reducido en gran cantidad
los constantes casos de violación a los derechos humanos cometidos contra la
población, por último; queda la interesante interrogante de saber el resultado
de la lucha antiterrorista en un hipotético gobierno de Mario Vargas Llosa.

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El acoso sexual callejero en el
Perú
El
acoso sexual callejero es un problema grave que afecta a muchas personas en
todo el mundo y en el Perú, esto se evidencia desde antes y durante los años
90, tal como lo describe Vargas Llosa en el capítulo VIII de su obra “Cinco
Esquinas”:
“Apenas sintió que el individuo que
iba detrás de ella en el ómnibus de Surquillo a Cinco Esquinas se le pegaba con
malas intenciones, la Retaquita sacó la gran aguja que llevaba prendida en el
cinturón. La retuvo en la mano, esperando el próximo bache del vehículo, pues
era en los baches cuando el vivazo aprovechaba para acercarle la bragueta al
trasero. Lo hizo, en efecto, y ella, entonces, se volvió a mirarlo con sus
enormes ojos fijos —era un hombrecillo insignificante, ya mayor, que en el acto
le apartó la vista— y, metiéndole la gran aguja por la cara, le advirtió: —La
próxima vez que te me arrimes te clavo esto en esa pichula inmunda que debes
tener. Te juro que está envenenada.” (Vargas Llosa, 2016, p. 46)
En
ese sentido, un estudio reciente menciona que “el acoso sexual callejero se
manifiesta a través de las relaciones en espacios públicos y se define como la
vivencia de atención sexual no deseada por parte de personas desconocidas en
tales contextos.” (Alca y Lezama, 2024, p. 29), de igual manera, en la obra
“Cinco esquinas” se evidencia que uno de los casos más frecuentes de acoso
sexual callejero se da en el transporte público, lo cual da cabida a que muchas
personas víctimas de estos actos vean esta opción de movilidad como un peligro
a su integridad. En la obra “Cinco esquinas” se describen escenas en las cuales
Julia Leguizamón pasa por momentos bochornosos en el transporte público,
situaciones que podemos describir como acoso sexual callejero (ASC), en este
caso, fueron roces y tocamientos indebidos, esta situación nos resulta incomoda
e inadecuada debido a que generan un ambiente de inseguridad en el transporte
público siendo las mujeres las más propensas a sufrir este tipo de actos,
comprometiendo la libertad de la víctima, evitando que permanezcan tranquilas
en espacios públicos y alerta siempre al peligro; tal como se resalta en la
obra, explicando que la “Retaquita” andaba siempre con un alfiler como modo de
defensa ante estos actos y tenía el valor de confrontar a sus agresores. Es
preciso señalar que, el
acoso sexual callejero es un problema grave que ocurre con frecuencia y suele
manifestarse con comentarios obscenos, tocamientos indebidos, piropos
ofensivos, pese a ya estar registrado como delito, esto no ha sido impedimento
suficiente para los agresores, ante esto, es necesario hacer énfasis en los
efectos negativos del ASC en la salud mental y emocional, partiendo de la idea
que, las víctimas pueden sentir ansiedad, miedo, depresión, baja autoestima,
etc. debido a que ellas se han sentido físicamente vulneradas, por ello es
importante que el gobierno, con sus funcionarios, pueda darles el soporte
necesario para que podamos combatir estas situaciones sin minimizar el hecho y
las consecuencias, por último, podemos referir que; como sociedad, tenemos el
deber de fortalecer los canales para denuncia por acoso sexual y brindar el
apoyo necesario.

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